Antes de la aparición de los tractores, todas las faenas agrícolas se realizaban con bestias, en nuestra población, cuevas y cortijos adyacentes, en los años cincuenta había más de trecientos muleros con sus correspondientes pares de mulas. Hoy día, solo quedan tres muleros en Huéscar: Ramón Sola-vera Martínez (El Vera), Juan José García García (Quico el Montano) y Eusebio Alcaina Romero (El Canuto).
Los principales trabajos de las mulas eran: labranza, siembra y acarreo. Todo se trasportaba en carro, era el único medio de trasporte para mercancías y personas. Los animales desempeñaban un papel fundamenta en la vida del medio rural. El término mulo proviene del latín “mulus” y originalmente era usado para referirse a cualquier descendiente de dos especies diferentes. Un macho o mulo nace del cruce de una yegua y un burro o viceversa. Estos animales estériles son conocidos por estas tierras como; Castellanos o Romos, los nacidos de burra y caballo, son Romos y la descendencia de yegua y burro son Castellanos. Dentro de una misma variedad hay características significativas y diferenciadoras entre los machos y las hembras. La pareja de bestias ideal para cualquier mulero que se precie, es un macho Romo y una mula Castellana.
Un mulo/a se parece al burro en que tiene cabeza gruesa y corta, orejas largas, miembros finos, pezuñas estrechas y pequeñas, melena corta y cola sin pelo en su raíz. Sin embargo posee algunas características equinas, como su altura y cuerpo, la forma del cuello y de la grupa, la uniformidad de su pelaje, y los dientes. Su voz no es exactamente como la del burro (rebuzno) ni como la del caballo (relincho); la mula emite un sonido similar al del burro, pero también tiene los característicos relinches del caballo; a veces gime. La mula combina las mejores cualidades de sus padres: posee la sobriedad, la paciencia, la resistencia y el paso seguro del asno, y el vigor, la fuerza y el valor del caballo.
Un antiguo refrán de muleros dice; “los titiriteros y los caballos solo sirven para el baile”, esto viene a decir que los caballos no son adecuados para las faenas agrícolas donde se requiera mucha fuerza de tracción y resistencia, suelen rebelarse. Por otra parte los burros son resistentes y obstinados, pero difícil de manejar cuando se les tiene que dar órdenes complejas. Las mulas vienen a ser el termino medio y de ahí su gran valor para los trabajos del campo.
Antaño una mula o burro, era el bien más preciado de una familia humilde, cualquier enfermedad del animal, se trataba como la de un hijo. Las cuadras estaban integradas en las viviendas, en el caso de las cuevas, los establos se encontraban sobreprotegidos, solo se podía acceder a ellos, por la cocina principal de la vivienda.
Pincelada de humor local: Un pícaro llego al confesionario del cura del pueblo y dijo: – me acuso padre que he robado un ramal y un cabezá (correaje que ciñe y sujeta la cabeza de una caballo o mulo). El cura: - bueno hijo mío, eso no es tan grave. – Ya padre, el caso es que detrás de la cabezá venia una mula. – Ufff… esa es la negra hijo. – No padre, la negra era una burra que venia detrás.
Los últimos muleros de Huéscar actualmente son tres, como anteriormente he comentado, son personas extraordinarias, sencillas, amables y con una pasión excepcionar por las bestias, a las cuales tratan con cariño y respeto, como han aprendido de sus ancestros.
Ramón Sola-vera Martínez (El Vera), a sus 78 años de edad, está fuerte como un roble, nos enseñó lleno de orgullo una mula que tiene en su cuadra, todavía continúa labrando con ella, pipas y panizos (maíz).
Ramón ha sido una persona muy trabajadora y con “mucha sangre” (carencia de pereza). Comenzó aprender el oficio de mulero a los 8 ó 9 años de edad. Tener una par de mulas en aquellos tiempos resultaba muy difícil para un jornalero, solían disponer de un solo animal. Ramón empezó labrando con un mulo de su padre y otro de un vecino. Tras muchos años ayudando a sus progenitores y dura faena, consiguió su primer par de mulas propias. Ha sido uno de los muleros más significativos en la población. En su larga vida laboral ha roto 7 carros y ha tenido más de 50 animales con nombres tan bonitos como:
Castaña, Peregrina, Cordera, Valerosa, Francesa, Muina, Torda… los nombres a las bestias, son fundamentales para darles las ordenes cuando van trabajando en yunta.
Juan José García García (Quico el Montano) a sus 74 años, se encuentra ágil y con mucha vitalidad, a diario visita su parcela de tierra, ayudando y supervisando a sus hijos. Tiene un mulo, un caballo percherón, dos caballos finos, una burra y un pony. Sus hijos le critican cuando se pone a labrar con algún animal, le suelen decir, – con el tractor lo podrías hacer en cinco minutos -. Para Juan José las bestias han sido su vida, comenzó a los 12 años, aprender este oficio de mulero en el cortijo de Botardo. Ha tenido más de 30 pares de mulos. Siempre se le dio bien el manejo de los animales, su doma y adiestramiento. En los años 60 podía comprar una mula joven por unas 2.000 pts y después de bien enseñada, se llegaba a vender por 20 ó 30.000 pts. La compraventa de animales, “la lleva en la sangre”, ha proveído de mulas a muchos vecinos del pueblo, y según nos ha comentado, en estos días está de “trato” (negociación) de un mulo, que posiblemente adquirirá en breve. En las ultimas décadas, ha trabajado sacando madera en bosques de Teruel, Barcelona y Valencia, acompañados de sus hijo y algún que otro mulero amigo. Este duro y arduo trabajo de arrastras troncos de coníferas, es una labor muy arriesgada para personas y animales. El Montano, es un enamorado de los équidos, cuando habla de ellos, se le iluminas los ojos, y sobre todo, le apasiona trasmitir sus conocimientos del manejo de estos animales.
Eusebio Alcaina Romero (El Canuto) con 70 años a sus espaldas. En la actualidad tiene un par de mulas y nueve caballos. Sus hijos han heredado el amor por estos bellos animales, ayudan al padre en el cuidado y doma de esta numerosa cuadra. Eusebio aun hoy, surquéa (hacer surcos) con sus mulas, tomando cierta precaución, debido a una lesión en su rodilla derecha que desde hace unos años le ha incapacitado. El Canuto, como cariñosamente se le conoce en el pueblo, ha sido un hábil mulero en trabajos forestales. No obstante, he de decir, que la gran pasión de Eusebio, es el toreo. Desde hace muchos años ha participado con sus mulas en los eventos taurinos, en el arrastre de los toros de lidia. Formando parte del espectáculo, su habilidad y destreza con los animales, han hecho las delicias de los espectadores, siempre se le ha aplaudido con entumíamos y en alguna que otra ocasión también ha protagonizado anécdotas muy divertidas, con su buen sentido del humor y su bota de vino que siempre le acompaña en estos lances festivos.
El ayuntamiento de Huéscar en el día de Andalucía, le va hacer un pequeño homenajes a estos muleros, y les entregará un diploma, como reconocimiento ha su labor y buen hacer con estos animales durante tantos años. Este acto simbólico, tiene como objetivo divulgar su trabajo entre los más jóvenes, haciendo entender, que con esfuerzo y sacrificio se consiguen las cosas realmente importantes en la vida.
También se anunciará el nombramiento de una nueva calle del pueblo llamada. “calle de los Muleros”.
Por Nuria Román, concejala de Cultura de Huéscar