HUÉSCAR
Y SU SEMANA SANTA
Refugiada, aparentemente dormida, exhalando aliento de frescores
primaverales y extendida ante ese gran dosel de blanca pureza que es la Sagra,
se encuentra Huéscar. Su gente trajina sin pausa en la preparación y
ofrecimiento de algo tan importante y transcendental: su Semana de Pasión, su
Semana Santa. Donde abren sus puertas y balcones adornados con las mejores
galas, esperando el regreso de los oscenses, que repartidos por toda la
geografía de España, vuelvan al reencuentro de los suyos y de sus tradiciones.
Así es Huéscar, ciudad de agua fresca, mecida entre verdes olivos y almendros,
donde los primeros rayos de sol se rompen en las doradas piedras de Santa María
la Mayor.
Así es Huéscar, de costumbres navarras, castellana en lo civil; en
lo religioso, accitana y toledana, murciana en su folklore. Y en su geografía,
andaluza. Y es que en su Semana Santa, declarada de interés turístico andaluz,
igual desfila una procesión de Palmas de tierras de Orihuela, que una austera
castellana como el Vía Crucis del Lunes Santo, y la imponente estación de
penitencia de la Hermandad de los descalzos del Martes Santo, o las cofradías y
Hermandades de la Virgen de los Dolores, la San Juan Evangelista, la del Santo
Sepulcro, la de Ntra. Sra. de la Soledad Coronada, o la del Stmo. Cristo de la
Expiración, que aunque de trasunto murciano, con su evolución nos trasladaría a
tierras de Sevilla.
La Semana Santa está próxima, como se dice en el argot cofrade ¡ya
huele a Semana Santa! En el atardecer el aire trae ecos de cornetas y tambores
de sus ensayos, y podemos encontrarnos por las emblemáticas e históricas calles
de Huéscar una parihuela cargada de peso, donde sus costaleros ensayan como si
se tratase del mismo Cristo o la Virgen María la que llevan sobre sus hombros,
¡pero es que lo llevan en su corazón!
La Semana Santa oscense se puede vivir desde el Viernes de
Dolores, con la Dolorosa de Sánchez Lozano, hasta el Lunes de Pascua con la
bajada de las Santas Patronas, Alodía y Nunilón. No sin antes haber visto
personificada la Pasión de Cristo en las calles de Huéscar.
Domingo de Ramos, de Palmas bendecidas
y Oración en el Huerto de los olivos.
Lunes Santo, Vía Crucis de Federación.
Martes Santo, Virgen del Mayor Dolor
Y Cristo del Perdón.
Miércoles Santo de Esperanza.
Jueves Santo, Consuelo, Aurora, Magdalena,
San Juan y Flagelación.
Viernes Santo, Nazareno y Verónica.
Santo Entierro, Dolores, Piedad, Soledad y
Cristo de la Expiración.
Pero la religiosidad popular del
pueblo de Huéscar, no solo se manifiesta en sus calles. Los oscenses acuden a
la Parroquia, pues verdaderamente allí es donde se encuentran con Jesús
Sacramentado, en el magnífico monumento que se instala en el Sagrario de Santa
María la Mayor. Y cuando la ciudad de Huéscar ha sido testigo de la humillación
de Jesús, azotado, y cargado con el madero; clavado y expirando en la Cruz,
estrujado en los brazos de su Madre, y viendo como reposa su cuerpo en el
Sepulcro; el Sábado Santo la Virgen regresa a su ermita con la Soledad que le
queda de haber perdido a su Hijo. Pero cuando amanece el Domingo de
Resurrección, con las lágrimas de los oscenses secas ante tanto sufrimiento por
la Pasión de Cristo, la brisa de la primavera y el reflejo del cielo azul
acarician la hermosa Torrecilla de planta y oro con Jesús Sacramentado, que la
Hermandad del Santísimo pone en las calles, a la misma vez que las golondrinas
vuelan al son de las campanas de Santa María. Y es que ¡Cristo ha Resucitado!
JOSÉ FUENTES SÁNCHEZ
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