Con la boca abierta. Así es como se quedan muchas de las miles de personas que visitan cada año las secuoyas, también conocidas popularmente como mariantonias (posiblemente por adaptación popular del nombre de su variedad 'wellingtonia') que hay en el paraje de la Losa, en el término de Huéscar.
Un lugar impresionante que hay que visitar para comprobar las maravillas del entorno y de estos árboles que pueden alcanzar hasta los cien metros de altura (éstas no los suman aún) y los mil años de vida.
Las famosas secuoyas están en la Sierra de la Sagra en el Cortijo de la Losa, unas dentro y otras fuera del recinto que es propiedad privada. Están al lado de la carretera que va de Huéscar a Santiago de la Espada, y entre los dos grupos de mariantonias hay una treintena de ejemplares. Para entrar a ver las del Cortijo hay que pedir permiso. Los ejemplares mejor conservados están en la finca, propiedad del barón de Bellpuig. Las que están fuera del cortijo se encuentran valladas.
Estas secuoyas se plantaron, según algunas estimaciones a principios del siglo XIX. Eran dueños de la finca los marqueses de Corvera. Dicen que las secuoyas fueron un regalo.
De excursión
Para rodear el tronco de algunas de estas mariantonias hay que juntarse hasta cinco personas. Los árboles impresionan. Tras la visita se puede seguir la excursión por la Sagra, montaña de 2.383 metros de altitud, y de paso visitar el santuario de las Santas Patronas Alodía y Nunilón.
Para rodear el tronco de algunas de estas mariantonias hay que juntarse hasta cinco personas. Los árboles impresionan. Tras la visita se puede seguir la excursión por la Sagra, montaña de 2.383 metros de altitud, y de paso visitar el santuario de las Santas Patronas Alodía y Nunilón.
Desde las secuoyas hay que seguir la carretera hasta llegar al cruce que lleva a la Puebla de don Fadrique. Ahí se puede parar a comer en el restaurante 'Los Collados de la Sagra', un sitio increíble con un plato buenísimo: el cordero segureño, 'la perla de la Sagra'. También puede ir a un merendero que hay en Puente de las Tablas. Tras el descanso la siguiente visita puede ser el Santuario de las Santas, el río Barbatas refresca el ambiente. Y de ahí al camino de Huéscar, donde se puede hacer una parada en la Piedra del Letrero, pinturas rupestres, declaradas Patrimonio de la Humanidad.
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